Capítulo XIII.
De la verdad.
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El entendimiento del hombre tiene por objeto, y fin de todas sus
obras la verdad, y con ella sosiega, y se satisface, como que es
hecho para la verdad eterna, que reside en el Cielo; de quien son
chispas las verdades de acá abaxo. Verdad real es el ser de cada
cosa, según lo que es, y le corresponde: verdad mental es la
conformidad de los actos del entendimiento con la verdad real.
Así
que conviene examinar cada cosa, según realmente es en sí misma, y
después comprenderla como ella es, para poder decir que se alcanza
la verdad. La verdad real es una, porque es el mismo ser de las
cosas; la mental es Lógica, Metafísica, &c. según es el objeto
de ella, y el fin a que se endereza. Si los actos del entendimiento
se conforman con el verdadero ser de los entes en común, la verdad
es metafísica: si se conforman con lo justo, pertenece a la
Jurisprudencia: si con lo honesto, útil y deleitable, a la Moral: y
así de las demás Ciencias. La Lógica no tiene por objeto verdad
alguna determinada, sino el examinar, y comprobarlas todas por medio
de las nociones exactas, definiciones, divisiones, y silogismos. De
aquí es, que la Lógica es transcendental, esto es, abraza todas las
Artes científicas, y sirve, y aun es necesaria para todas ellas.
La
falsedad solo cabe en las nociones del entendimiento, y por eso
solamente es contraria de la verdad mental. Aún en esto conviene
distinguir la verdad de la veracidad. Esta es la conformidad de la
locución con los pensamientos, y es una gran virtud, de que se trata
en la Filosofía Moral: aquella es la conformidad de los pensamientos
con las cosas: y es visto que la una puede estar sin la otra de esta
manera. Si alguno alcanza la verdad de una cosa, y la dice contra lo
que siente, tiene verdad mental, mas no veracidad: si está
equivocado creyendo ser verdad lo que piensa, y lo dice como lo
siente, tiene veracidad, y no verdad.
En el trato común se
explica todo con el nombre de verdad; mas conviene mucho separar
estas cosas, porque el que falta a la veracidad voluntariamente, es
hombre falso y engañador; el que siendo veraz equivoca las cosas, no
es falso ni mentiroso, sino fácil crédulo y poseído del error.
Estas cosas son tan claras, que no necesitan de más explicación. Lo
que más hace a nuestro asunto, es entender el modo como hemos de
portarnos, para que nuestras nociones sean siempre verdaderas. Dos
máximas ha de guardar el que quiere conseguirlo. La una es: no dar
asenso, o disenso a ninguna proposición, de quien no veamos
claramente la conformidad que tiene con las cosas en que consiste la
verdad real. Esta regla pertenece al juicio, y no es posible dar un
paso seguro en las Ciencias, ni en el trato civil sin observarla. En
los capítulos siguientes explicaremos esto con más extensión. La
otra máxima es: no asentir, o disentir a las proposiciones por los
afectos del ánimo que las acompañan, sino por la mera
correspondencia entre la verdad mental y real. El hombre en este
mundo, ni estará jamás sin errores, ni sin defectos, porque su
naturaleza corrompida le arrastra, y si Dios no nos asistiera, no
seríamos otra cosa que depósitos de vicios y falsedades; pero
aseguro, que si usamos debidamente de nuestra libertad, observando en
nuestra conducta las dos máximas propuestas, ciertamente nos veremos
libres de muchos errores y engaños.
43 El modo que ha de tener el hombre para conformar sus pensamientos con las cosas, le hemos manifestado tratando del juicio y de las ideas. Aquí solo propondré cómo concurre la Lógica a la averiguación de la verdad. Para entender la naturaleza y sus obras conviene observar con la recta aplicación de los sentidos las cosas singulares, sus atributos, propiedades, leyes de movimiento, generación, corrupción, mutaciones, periodos, edades, relaciones, modos de obrar y de nacer; esto es, como son causas y efectos, como se juntan unas con otras, y se separan para componer varios todos físicos, &c. En el examen de las cosas inmateriales importa notar los principios de luz natural, las consecuencias que nacen de ellos, las reflexiones mentales, que acompañándolos las ilustran, y el orden, conexión y enlace, que entre sí tienen para sacar de verdad en verdad la manifestación de lo oculto. En ambas clases es preciso reducir a nociones universales los predicados comunes en que se convienen las cosas, y separar los atributos especiales con que se diferencian, formando géneros, especies y diferencias de los que son esenciales, y notando las afecciones que pertenecen a las propiedades y accidentes. Con estas prevenciones se podrán las cosas definir y dividir sin equivocarlas, y se harán, según convenga, inducciones, ejemplos, y silogismos, con que por proposiciones universales y particulares se llegue a descubrir si las cosas están bien, o mal averiguadas, y si están en las clases que les corresponde. Dedúcese de esto, que son dos las maneras de verdades generales: unas consisten en los principios derivados de la observación por los sentidos, y de la recta razón: otras se deducen por legítimas consecuencias de los dichos principios. Las primeras se pueden llamar verdades primitivas, fundamentales, principios de bien juzgar: las otras son secundarias, esto es, nacen de las primeras; y ambas son máximas constantes para proceder con acierto al descubrimiento de otras verdades. Las verdades fundamentales las produce el entendimiento, poniendo en obra su potencia de juzgar: las demás las va descubriendo con el estudio de las Artes y Ciencias. Fácil es reparar, que todas las Artes tienen sus reglas fijas, que les sirven de principios para gobernarse, y debe ser el principal cuidado de los que quieren saber con fundamento el instruirse en las máximas primitivas y originales de cada profesión, como que las verdades que a cada una pertenecen no han de ser sueltas, sino encadenadas con los primeros principios. Este enlace es el que hace la Lógica, procediendo de proposición en proposición, y enlazando con consecuencias seguidas las últimas verdades con las primeras. Es superficial, y poco estable lo que se sabe en cada Arte, profesión, y facultad, si no se entienden bien los principios y fundamentos de ella, porque es vago, e incierto lo que se establece sin verdaderos fundamentos: así que yerran y hacen errar a otros los que con una mala Lógica, aunque sea moderna, con algunas noticias sueltas, sin principios de las Artes, hablan de todo y deciden como si fuesen legítimos poseedores de las Ciencias.
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