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sábado, 30 de mayo de 2020

Lógica, 6-16

6 Algunos distinguen la Lógica propiamente tal de la Dialéctica. Ni Platón, ni Aristóteles usaron de la voz Lógica tomada como nombre substantivo: alguna vez se encuentra en ellos como adjetivo pero sí usaron de la voz Dialéctica. Introdúxose la voz Lógica, como significativa de una Ciencia particular, por los Griegos posteriores, y la adoptaron los Autores Latinos, por donde se ha hecho tan general su uso, que es indispensable valernos de ella. Entiéndese pues, por Lógica el Arte que enseña los preceptos de raciocinar, y por Dialéctica el Arte de disputar con raciocinios probables. Diferéncianse estas dos cosas como el todo y la parte, pues la Lógica es el todo, que incluye toda suerte de raciocinios, y la Dialéctica es una parte de ella en cuanto se ocupa en los sylogismos disputables. También se suele dividir la Lógica en docente y utente. Llámase docente la que enseña y establece los preceptos y utente la que los pone en práctica. En la realidad nadie puede ser científico en ninguna profesión sin la Lógica utente, o lo que es lo mismo, sin poner en ejercicio las reglas de esta Arte; porque exceptuando las verdades primitivas, en lo demás ninguno se puede dar por asegurado de la verdad sin la Lógica. El modo como se ha de usar en las demás Artes no es dándolas principios, porque eso es propio de cada Facultad, sino reduciendo las verdades, que se descubren, a nociones universales, divisiones, y difiniciones, con las cuales se puedan formar silogismos demonstrativos en las verdades descubiertas, y probables en las que todavía no constan del todo. Pondré un ejemplo en la Física y de allí se podrá trasladar a las demás Ciencias. En los cuerpos físicos observamos por la aplicación de los sentidos, que hay una cosa común que llamamos materia: hay otra que de nuevo sobreviene y caracteriza la cosa, la cual llaman forma: a estas acompañan ciertas maneras de sér, que hacen impresión transitoria en nuestros sentidos, como que unas veces están en la materia y forma, y otras veces se desaparecen, como el calor, frío, blanco, negro &c. a las cuales llaman cualidades, porque por ellas se califican las cosas. También se observa, que los cuerpos compuestos de estas tres cosas, materia, forma y cualidades, encierran en sí una facultad, virtud, o potencia de obrar, con la cual producen las operaciones que les son propias, entre las cuales se cuenta el movimiento especial y determinado con que cada uno de ellos las ejercita, y a esta potencia llaman naturaleza. Lo que en esto sucede lo conoce el entendimiento por observación, no por Lógica. Cuando por repetidas observaciones se ha llegado a formar aquel seguro conocimiento que se tiene de las cosas, al cual llaman experiencia, entra la Lógica formando máximas universales y particulares, para que por ellas se puedan sujetar las verdades adquiridas por observación al examen de los raciocinios. Forma, pues la noción general: todo cuerpo físico consta de materia y forma: toda cualidad se puede recibir y separar de los cuerpos: en todos los cuerpos hay una fuerza de obrar, que es su naturaleza. De estos principios generales se desciende a los particulares, examinando por la observación ante todas cosas, cual es la materia y forma de cada cuerpo, qué cualidades le son propias, más arrimadas o advenedizas, con qué leyes, orden, tiempos y ocasiones obra la naturaleza de cada uno; y asegurado de esto el entendimiento por la experiencia, coloca con la Lógica en clases los cuerpos, y así los divide y separa sin equivocarlos. Como todas las cosas tienen atributos comunes con que se parecen unas a otras y particulares con que se distinguen, la Lógica juntando en una noción los comunes forma el género, y conociendo los que son especiales hace la diferencia. De este modo forma las difiniciones para que se sepa su esencia, reconoce sus cualidades comunes distinguiéndolas de las singulares, todo con el fin de asegurarse de la verdad y poder llegar a la demonstracion. He dicho de las singulares, porque en cada cuerpo hay una individual particularidad (los Griegos la llamaban Idiosincrasia) que está sujeta a la observación, y por ella la llegamos a entender, mas no a la Lógica, ni se puede demonstrar; y por eso se dice bien, que de los singulares no hay Ciencia. La particular virtud que tienen las cantáridas de irse a la vexiga (piedras, cantos, en la vejiga): la de la tarántula de hacer baylar (la tarantela, tarántula): la de algunos hombres a quienes el gusto del melón hace vomitar, y otras muchas cosas a este modo, son singularidades, que alcanza la observación, y ninguna Lógica puede reducir a reglas. Los que leyendo a Aristóteles en sí mismo, vean el artificio con que en su Física usa de la Lógica, no lo aprobarán todo; pero tampoco reprobarán, como suele hacerse con poco conocimiento, la admirable perspicacia de este Filósofo en las cosas físicas. Todo esto se trata con extensión en lo interior de esta Obra: aquí se propone solo lo que es conducente a preparar el ánimo del Lector para entender con más facilidad lo que en ella se enseña.

7 Resta ahora para el entero conocimiento de lo que escribimos en esta Lógica dar una breve noticia de la Lógica antigua y moderna, y mostrar la utilidad que se puede sacar de los Autores principales que las han tratado. Los Griegos, como fundadores de esta Arte conviene leerlos, aunque con la reserva de no dexarse impresionar de sus máximas; porque hablando en general es certísimo, ni lo puede negar ninguno que se entere de ellas, que entre algunas cosas muy buenas mezclaron muchas otras vanísimas. Son pocos los escritos Lógicos que han quedado de los Griegos antiguos: las más de las noticias las tenemos por Diógenes Laercio, Sexto Empírico, y Plutarco, que siendo muy inferiores en el tiempo, no nos dexan del todo asegurados de la doctrina de aquellos Filósofos. Los que leyendo una cosa en estos Griegos, o en los Autores Latinos más calificados, como Ciceron, Lucrecio, &c. se la creen por sola la autoridad de estos insignes Escritores, o son preocupados o poco Lógicos. De Platon y Aristóteles nos han quedado bastantes escritos para poder formar concepto de su Filosofía. Platón no escribió de propósito de la Lógica, dando preceptos de ella, solo si habla de la Dialéctica, y en algunas ocasiones culpa a los que abusan de ella, como se ve en su Diálogo *g Sophista, y en el Protágoras, y en el Euthydemus. Aristóteles no solo trató de propósito de la Lógica en los libros que arriba hemos propuesto, sino que si se juntan sus reglas y preceptos con los fragmentos de los Estoicos y otros Griegos, que por el general consentimiento de sus discípulos sabemos que fueron de ellos, me atrevo a asegurar que, en tanto como quieren lucir los modernos de siglo y medio a esta parte, no se halla en ellos una sola máxima propia de la Lógica, que no se encuentre ya en los antiguos. Los Romanos después que dieron entrada a los Griegos y con ellos a las Artes, cultivaron mucho la Retórica, Historia, Poesía; mas no la Lógica, ni la Física, ni otras partes de la Filosofía. La Éthica en cuanto conducía a la formación de las Leyes para su gobierno, y la policía (política) para su bien estar, también la cultivaron bastante; pero de los demás estudios Filosóficos no se cuidaron mucho. Aun los Escritores del siglo de Augusto (que llaman siglo de oro) si bien se miran, son pocos los asuntos filosóficos que mezclan en sus Obras. Lucrecio, que escribió de propósito de Filosofía, escogió el peor de todos los sistémas Griegos que fué el de Epicuro, dorando con la elegancia y pureza de su lenguage las impiedades y errores más énormes. Conviene tomar a estos Escritores por norma para la Historia, Poesía, Eloqüencia, y estas Artes gramaticales: conviene también observar su gobierno y policía para tomar lo que sea bueno, puesto que en estas cosas mezclaron algunas otras que no se deben recibir: pero para la Lógica y demás partes de la Filosofía no son de gran consideración. En los primeros siglos de la Iglesia conviene distinguir la Lógica de los Gentiles de la de los Christianos: aquellos estaban divididos en varias sectas, de suerte que se volvieron a renovar la de Pytágoras Platón, Aristóteles, como saben los que están instruidos en la Historia filosófica: estos hicieron poco caso de la Lógica de los Filósofos, porque siendo su conato el de instruirse a sí y a los demás en las verdades de la Religión Christiana, se cuidaban muy poco de la Filosofía Gentílica, gobernándose por el ejemplo del Apóstol, que dice, que su doctrina y predicación no consiste en persuasiones de la humana sabiduría, sino en las luces indefectibles de Dios. Así que los Padres de los primeros siglos fueron Eclécticos, tomando de todos los Filósofos lo que hallaron razonable y a propósito para ilustrar la doctrina revelada; y viendo que los Gentiles para oponerse a los Christianos abusaban de la Lógica de Aristóteles, hicieron también contra ella varias invectivas, que recayendo sobre el abuso, están muy bien fundadas, como lo he mostrado con extensión en mi Discurso de la aplicación de la Filosofía a los asuntos de Religion.

8 Con la entrada de los Bárbaros en estos Reynos, y la destrucción del Imperio Romano, se acabaron en el Occidenta las Lógicas de los Griegos, y también se fueron perdiendo las demás Artes, no dominando otra cosa que el espíritu guerrero y la barbarie. En el siglo séptimo (siglo de ficciones por haberse en él entregado muchos a fingir libros de todas clases) por ser muy grande y bien fundada la fama de San Agustín y haber dicho este Santo Doctor en sus Confesiones, que había escrito una Dialéctica, no faltó quien tomando su respetable nombre publicase una Dialéctica, la cual dominó siglos enteros en los Estudios. Los Padres de San Mauro en la famosa edición que han hecho de las Obras de San Agustín, han impreso esta Dialéctica en el tomo primero, poniéndola, como lo merece, entre los apócrifos atribuidos a este Santo Padre. Desde ese tiempo hasta que se fundó la Escuela de París, que fue la madre de todas las otras, se hallaban los Estudios solo en el Clero, porque estaban reducidos a la enseñanza que se daba en algunas Iglesias Catedrales, y en los Monasterios, por donde somos deudores al Clero, y por la mayor parte a los Religiosos, de habernos conservado el estudio de las Artes y Ciencias, así divinas como humanas, en siglos tan obscuros y tan incultos. Después, siendo tan grande la dominación de los Moros dedicados al estudio de Aristóteles, entre los cuales se señaló el Español Averroes, de quien hemos hecho crítica en el Discurso del Mecanismo, por la comunicación que tenían con los Christianos, fue fácil que en general reynase una misma Filosofía. Así que en los Estudios públicos se dio entrada a la Filosofía de Aristóteles. La comunicación de estudios entre los Christianos y los Árabes es uno de los puntos más intrincados y más dignos de averiguarse en la Historia Literaria. En otro escrito pienso aclarar este asunto, según lo permite la escasez de noticias de aquellos tiempos. A los principios se recibió la Lógica Aristotélica y demás partes de su Filosofía con harta templanza, pues se contentaban con aprender el texto de Aristóteles y el comentario de Averroes. Andando el tiempo se fue viciando la Dialéctica de manera, que la fueron reduciendo a un infinito número de qüestiones pueriles, arbitrarias, y de ninguna substancia sostenidas con el título de sutilezas. PEDRO HISPANO el antiguo, Religioso Dominico, reduxo a compendio los libros Lógicos de Aristóteles, y los intituló Súmulas en el siglo décimotercio. Viciaron esta obra con tantos comentarios impertinentes algunos Escritores de aquel tiempo, que con ser ella reducida, no alcanzaban dos años para instruirse la juventud en la Dialéctica. Esto obligó a otro PEDRO HISPANO más moderno, Clérigo y Teólogo insigne, a enmendar las Súmulas, cuya obra ilustró con Comentarios muy buenos y muy breves nuestro PEDRO CIRUELO, natural de Daroca y Canónigo de Salamanca, uno de los hombres más bien instruidos en todo género de buenas letras, que tuvo el siglo décimosexto. Estas Súmulas con el Comentario de Ciruelo, son excelentes, y por ellas puede qualquiera instruirse en lo principal de la Lógica de Aristóteles, y entender muy bien el texto de este Filósofo. Nada de esto bastó para contener la sofistería de los Dialécticos de las Escuelas, pues cada día iba creciendo con nuevas cavilaciones. Los Quodlibetos, el incipit desinit, el argumento de asinus super ab asino, y otras monstruosidades de los siglos trece y catorce, junto con las escandalosas reyertas de los Realistas y Nominales, volvieron de todo punto despreciable la Lógica Escolástica. Por los años de 1315 floreció el famoso FRANCISCO MAYRÓ, Religioso Franciscano, discípulo de Escoto, y, según la costumbre de aquellos tiempos de poner títulos pomposos a los literatos insignes, conocido con el nombre de Doctor iluminado. Este introduxo en las Escuelas de París la costumbre, que aun hoy se mantiene en todas partes, de defender conclusiones públicas. Poníase los Viernes de cada semana en el Verano, desde salir el Sol hasta ponerse, en un lugar público, dispuesto a responder a cuantos argumentos quisiesen hacerle los concurrentes, sin comer, ni beber, ni descansar en todo el día. Este estilo, que tenía mucho de bárbaro, y de que han quedado siglos enteros vestigios harto claros en algunas Universidades, agradó a las gentes de aquel tiempo, hechas a oír disputar sin término, y sofisticar sin límites. Es increíble cuánto se acrecentó con esto la contienda entre los Dialécticos, cuántas cuestiones vanas se aumentaron, cuánto se corrompió la Lógica. No es esto condenar el estilo de defender conclusiones públicas, porque el método de las Escuelas de disputar en forma sylogística no lo tenemos por malo, como se prueba en esta Obra tratando del método, sino dar a entender, que se han introducido con este motivo abusos intolerables en el método Escolástico, que purificado y libre de los excesos, es muy a propósito para el examen de la verdad. Así que conviene distinguir en las Escuelas las materias que se tratan, del método de disputar. Entre las materias es cierto que se tratan cosas vanísimas y asuntos aereos mezclados con otros que pueden ser útiles, porque no todo lo de las Escuelas es malo: el método, como hemos dicho, si se guardan las reglas que sobre él hemos puesto en esta Lógica, le tenemos por el más acomodado al adelantamiento de las Artes y Ciencias. En los siglos décimoquinto y décimosexto con la renovación de las letras parece que habían de mejorarse estos Estudios; mas no fue así, porque en tiempo de Luis Vives estaban muy dominantes estas inepcias, como se ve en la grandísima impugnación que hizo de ellas en sus libros de las Causas de la corrupción de las Artes. Nuestro Cano dice: “?Quién habrá que pueda tolerar las disputas de los universales, de la analogía de los nombres, de lo primero que se conoce, del principio de individuacion (así lo intitula) de la distinción entre la cantidad y la cosa en que se halla, de lo máximo y mínimo de la intension y remisión, de las proporciones y grados, y de otras seiscientas a este modo, que yo sin ser de ingenio muy tardo, con haber gastado no poco tiempo y diligencia en entenderlas, no las he podido comprehender? Estaría corrido de decir que no lo entiendo, si lo entendieran aquellos mismos que tratan de estas cosas (a: Cano de Loc. Theol. Lib.9.cap.7.pag.297.edición de Salamanca.).
“Todavía en los tiempos siguientes se aumentaron las qüestiones Escolásticas en tanto número, que si Cano las volviera a ver había de quedarse atónito. Hanse formado después dos partidos tan opuestos entre sí, que basta que en cualquiera cuestión afirme el uno una cosa para que la niegue el otro; y así se ve que no han dejado nada estable ni hay cosa ninguna que no la hayan reducido a cuestiones de partido puramente contenciosas e interminables.

9 Estos desórdenes de la Filosofía Escolástica han traido la mudanza que en los Estudios Filosóficos han hecho los modernos. Como hoy están en tanto séquito sus Lógicas, es preciso manifestar aquí el valor de ellas, y para esto es necesario sentar primero dos cosas: la una, qué adelantamientos han hecho en la Lógica (el examinar esto en las demás partes de la Filosofía se reserva para otra obra): la otra, que muchos de los Lógicos modernos trasladan a la Religión las imperfecciones de la Lógica Escolástica, y a veces toman de ahí motivo para hacer desprecio de las cosas más sagradas sin considerar que la Religión Christiana tiene sus principios y verdades fundamentales independientes de toda Lógica, y que esta, aun siendo la mejor, solo puede servir para ilustrar el entendimiento enseñándole a cautivarse en obsequio de la Fe. Para esto segundo he compuesto el Discurso que va al fin de esta Lógica: aquí voy a descubrir cuánto pueden aprovechar las Lógicas de los modernos. Para mayor claridad conviene entre estos distinguir los principales Autores, que entre los mismos modernos se tienen por originales, de los que no han hecho otra cosa en la substancia que seguir las pisadas de estos. Entre los primeros contamos a Bacon de Verulamio, Cartesio, Gasendo, Mallebranche, y Lock. En los segundos entran el Arte de pensar, L'Clerc, Wolfio, Purchot, Corsino, Brixia, el Genuense, Vernei, y otros de esta clase. Antes de hablar de los fundadores del Modernismo prevengo, que yo los miro como Escritores dignos de respeto y merecedores de que se guarde con ellos la cortesía que deseaba Quintiliano cuando dijo de tantis viris modestè pronuntiandum (a: Quinct. Inst. Orat. Lib. xo. c.I.t.2.p.885. Edic. de Leyden de 1720.) pero habiendo sido hombres expuestos a defectos e imperfecciones, hay lugar tratándose del examen de la verdad, en cuya posesión tiene tanto interés el género humano, como que es heredamiento que le viene del Cielo, para averiguar la realidad y solidez de sus máximas, a fin de aprovecharnos de las bien fundadas, y desechar las que no lo estuviesen. Así que, dejando en su valor las personas hablaremos con libertad de sus opiniones.

10 FRANCISCO BACON (Francis Bacon) Conde de Verulamio, gran Chancillér de Inglaterra, a los principios del siglo decimoséptimo se manifestó al público como reformador de la Filosofía. Publicó muchas Obras, entre las cuales son dos las más señaladas, es a saber: los nueve libros de la Dignidad y aumento de las Ciencias: y los dos del Nuevo órgano. Publicó también la Historia de la vida y de la muerte: la Selva de las Selvas, o Historia natural en diez centurias: un tratado que intitula Sermones fideles, o interiora rerum: un libro de Sapientia veterum: la Historia del Reynado de Henrique Séptimo, Rey de Inglaterra, y algunas otras cosas de menor consideración. No se puede negar que en todo el conjunto de estas Obras hay algunas cosas preciosas, y otras muchas que no lo son tanto; pero juntas descubren un ingenio perspicaz, una imaginación fecunda, un juicio regular con mucho amor a las novedades, y algún espíritu de singularidad. De Lógica no hizo tratado ninguno; solo si manifestó muchas veces la poca solidez y firmeza de la Dialéctica de las Escuelas. Del sylogismo dice (a: De Augm. Scient. lib. 5. cap. 2. p. 124. edic. de Lipsia de 1694.): que pudiendo ser útil en la Ética, Política, en las Leyes, y aun en la Teología, no aprovecha para las cosas físicas, donde no se ha de convencer con argumentos, sino con obras de la naturaleza. Por esto aprobó la induccion, no la de los comunes Dialécticos, sino la bien correcta y purificada. Mas siendo cierto que toda inducción es un sylogismo encubierto, que fácilmente se puede reducir a sylogismo claro, se ha de tener por de poca consideración esta mudanza. No sé con qué fundamento, cuando hace Gasendo enumeración de las Lógicas antiguas y modernas hasta su tiempo, puso un capítulo de la Lógica de Verulamio, pues la doctrina que allí propone no pertenece a la Lógica, sino a la Física, Metafísica, y otras partes de la Filosofía, de las cuales se valía Verulamio, según los asuntos que trataba. No hay que hacer mención aquí de este mismo estilo guardado por Vernei, conocido con el nombre de Barbadiño, en la enumeración de las Lógicas modernas, pues en esto no hizo otra cosa que copiar a Gasendo. En la obra de Augmentis scientiarum muestra los defectos que se cometen en la profesión de las Artes, propone algunos medios para adelantarlas, y manifiesta los estorbos que han tenido las Ciencias para su acrecentamiento. Este mismo asunto había tratado antes nuestro Español Luis Vives en sus dos tratados de Causis corruptarum artium, y de tradendis disciplinis, con la diferencia que Vives estuvo íntimamente instruido en todas las partes de la Filosofía y demás Facultades que trata; pero Verulamio no tenía una instrucción tan fundamental, porque confunde los asuntos de una Ciencia con los de otra con mucha frecuencia, haciendo tantas particiones y miembros en ellas, que además de no convenirles todas las divisiones, sirven de mucha confusión. Los principales argumentos y pruebas del atraso de las Artes que trae Verulamio, los puso Vives de manera, que si se cotejan estos dos Escritores, se verá que Vives fue el original de Verulamio. En el Novum organum, obra que destina Verulamio a los aumentos y perfección de la Física, se propone el designio de mostrar, que en el examen de la naturaleza se ha de proceder por el camino de la observación, como fundamento de los conocimientos bien reglados, que haciéndolo al contrario, queriendo aplicar las nociones mentales a la naturaleza, se yerra el camino. Esta máxima certísima, que es el fundamento de su Obra, compuesta de ciento y ochenta y dos Aforismos, se comprueba con varios argumentos, que conspiran a hacer los Físicos experimentales, y apartarlos de los sistemas. ARISTÓTELES, no una vez sola, sino muchas, enseñó esto mismo, porque quería que la experiencia fuese el fundamento del examen de la naturaleza; pero añadía que este examen no merece el nombre de ciencia, hasta que las cosas averiguadas por la observación fuesen reducidas a clases generales por las nociones del entendimiento, con las cuales se pudiesen difinir, dividir y demostrar, a lo cual llamaba Ciencia. A la verdad, si bien se mira, el primer método puede hacer físicos empíricos, el segundo racionales. Lo que se debe alabar en Verulamio es, que habiéndose puesto en las Escuelas todo el cuidado en valerse de las nociones mentales para las cosas físicas, mostró que no era este el camino verdadero de adelantar en el estudio de la naturaleza, en el cual no se dará paso seguro, si no va adelante de todo la observación. Todos alaban mucho la Historia de Henrique séptimo que escribió Verulamio, porque fue Palaciego; experimentó varias fortunas, y penetró los designios de su Corte. No se celebran tanto los demás tratados, porque la Historia de los Vientos (Véase Morhof. Polybist. Lib. 2. 381. & capit. 20. tom. 2. pagin. part. 2. capit. 23. tom. 2.pagin.364.), la de la vida y la muerte, lo del fluxo y refluxo del mar, además de contener algunas credulidades de cosas mal averiguadas, muestran que no redujo a la práctica con toda exactitud los Aforismos de su Nuevo órgano. En el tratado que intitula interiora rerum escribió muchas máximas de Ética, Política, y Económica, sacando algunas de ellas de MIGUEL DE MONTAÑA y NICOLÁS MAQUIABELO; bien que las adornó con lo que le había sugerido su propria meditación. No ha parecido bien a algunos hombres doctos que Verulamio quitase de la Física la averiguación de las causas finales, siendo indubitable que bien comprehendidas aprovechan mucho para entender la naturaleza (a). También han reparado, que el estilo es obscuro, bien que a esto puede ayudar el que habiendo escrito su Obra en Lengua nativa, se valió de un Preceptor Gramático que la pusiese en Latin. La multitud de vocablos nuevos que introdujo en sus escritos (cosa que primero reprehendió en Aristóteles) (b) tampoco ha agradado a los que desean la perspicuidad. Llamó Idolos a las falacias y preocupaciones del entendimiento, y dividiéndolas en varios géneros las llama Idola tribus, Idola specus, Idola fori, Idola theatri, cuyas explicaciones repite en diversos tratados con mucha extensión (c); de donde ha nacido, que Verulamio es uno de aquellos Autores, que todos los alaban, y muy pocos los leen. Entre estas imperfecciones es de celebrar la diligencia y meditación profunda con que descubrió algunos caminos que se podían tomar para adelantar las Artes, entre los cuales es muy acertado el intento de mantener en las letras la antigüedad, procurando unir con ella lo que haya de sólido y bien fundado en los Estudios modernos (d). También lo es el ánimo que se propuso de no formar sistema alguno; pues dado que tenía por cosa fácil renovar los antiguos, o formar nuevos, con todo se abstuvo por no tenerlo por útil, contentándose con proponer los medios de adquirir la verdad (e).
(a) Véase Bruckero Hist. Philos. period.3.part. 2. lib. I. cap. 4. tom. 5. pag. 105.  
(b) De Augm. scient, lib. 3. cap. 4. pag. 79.
(c) De Augm. scient. lib. 5. cap. 4. pag. 139. Novum organum, aphor. 52. y sig.pag.286.
(d) De Augm. scient. lib. 3. cap. 4. pag. 79.
(e) Novum organum lib. I. aphor. 116.
Si los que se precian de discípulos suyos siguieran tan bellas máximas, no fueran con ostentación de Filósofos los mayores corrompedores de la Filosofía. Finalmente aunque con la letura de Verulamio no se puede aprender Ciencia ninguna, porque de ninguna trata de propósito, con todo es recomendable por la mucha variedad de observaciones que contiene sobre las Artes; bien que pide para sacar fruto que se lea de espacio y meditando, para poder penetrar en todos los asuntos la mente de este Escritor. Los elogios desmedidos y genéricos que le ha dado Feyjoó (a: Theat. Critic.tom. 4. disc. 7. §. 14.), me han hecho sospechar que le habría leído poco, pudiéndolos sacar de los Diarios Extrangeros, y otros libritos donde se encuentran. El afecto que tenía Feyjoó a las cosas modernas, y la costumbre de escribir en muchísimos asuntos sin consultar los originales, me han excitado estas sospechas.

11 Poco tiempo después de Verulamio empezó a florecer Cartesio, que es sin disputa el que trajo mayor mudanza que otro ninguno a las cosas de la Filosofía. Era Cartesio Soldado de profesión, su ingenio agudo, penetrante, la imaginación fecundísima, el ánimo sumamente libre e inclinado a las cosas filosóficas. Si a todas estas dotes hubiera añadido un buen juicio, y una constante aplicación en instruirse con el estudio, hubiera podido igualarse con los más aventajados Filósofos de la antigüedad. Sus escritos principales son: las Meditaciones, la disertación del Método, el tratado de las Pasiones, y los Principios de la Filosofía. Como tuvo varios contradictores respondió a algunas objeciones que le hicieron, y escribió Cartas a hombres doctos, en que declaró algunas cosas de las que había escrito en estos tratados. Como mi instituto aquí no es tratar de propósito de la vida y escritos de los hombres de letras, sino solo poner lo que ha contribuido a las mayores mutaciones que se han hecho en la Lógica, por eso brevemente insinuaré las mudanzas que Cartesio ocasionó en ella y en algunas otras partes de la Filosofía, sacándolo de lo que él mismo dice en sus propias Obras. Es preciso advertir aquí, que no se puede dar un paso seguro en el juicio que se hace de los Autores, si no se tiene presente el carácter del siglo en que vivieron, porque es tanta la influencia que este tiene en los hombres de letras, que arrastra a sus estilos los mayores ingenios. Con dificultad se encuentran hombres tan amantes de la verdad, que por ella desprecien su propia gloria, su estimación y sus conveniencias; y como estas cosas en cada siglo dependen de cierto rumbo, estilo, y dominación de estudios que hacen su carácter, de ahí nace que allá se vayan no solo el vulgo de los literatos, sino también muchos de los que pueden levantarse en su modo de filosofar más allá que el común de ellos. Nuestros Españoles, entre los cuales son muy señalados Luis Vives, Pedro Ciruelo y Gaspar Cardillo de Villalpando, mucho antes que Verulamio escribieron contra la Filosofía de las Escuelas, mostrando su insubsistencia y poca solidez. Después hizo lo mismo Verulamio, cuya doctrina, aunque derivada de nuestras gentes, es la que conmovió los ánimos para desamparar la Filosofía Escolástica, y por varios caminos hallar otra nueva con la regla de no ir a buscarla en los antiguos, los cuales por lo común tenían en gran desprecio. Confundíase entonces la Filosofía de las Escuelas llamada Aristotélica, con la verdadera doctrina de Aristóteles, por donde envolvían las dos cosas en igual desprecio, y dieron los Escritores más famosos en hablar mal de Aristóteles, creyendo que ese era el modo de acabar con la Filosofía Escolástica. A los principios del siglo décimoseptimo, en que los escritos de Verulamio estaban ya bien esparcidos, no había hombre de buen ingenio que no se picase de fundar por sí una Filosofía, y se entregaron con tanta licencia a introducir cosas nuevas que no hay monstruosidad ni extravagancia, que con título de Inventos y nuevos sistemas no se haya publicado y recibido.

12 Refiere Cartesio sus estudios, viages, y el modo que tuvo en fundar su Filosofía con mucha extensión al principio de su Disertación del Método; y dando por inútiles los conocimientos que adquirió en sus peregrinaciones, y cuanto le podían sugerir los Autores de qualquiera clase que fuesen, se resolvió a ser Autor original de la Filosofía, estableciendo la máxima, que mejor lo puede hacer eso un hombre solo de buenas luces que muchos juntos. Con esto formó dos famosos sistemas: uno físico para explicar las obras de la naturaleza corpórea: otro intelectual para mostrar las del entendimiento. El sistema físico, aunque por la corriente del siglo fue primero aceptado y defendido de la mayor parte de los Filósofos, tuvo después tales impugnadores, que junto esto con su insubsistencia, le han dejado caer del todo. En el sistema intelectual ha sucedido al contrario; porque sin embargo de que Cartesio, poco instruido en la Filosofía antigua, confundió las nociones mentales pertenecientes a la Metafísica con las de la Animástica, y estas con las de la Lógica, la mayor parte de los Escritores de Lógica en estos tiempos guardan la misma confusión, mezclando indiferentemente los principios de las Artes, y queriendo que a título de Lógica se sepan todas, sin cuidar después de instruirse de cada una de ellas. De la Lógica no escribió de propósito, solo sí hablando de la de las Escuelas dijo: "Que las formas de los sylogismos y casi todos sus preceptos, no tanto aprovechan para averiguar las cosas que ignoramos, como para exponer a los demás las que ya sabemos, o como lo hace la Arte de Lulio, para hablar mucho y sin tino lo que no sabemos (a)." (a) Dissert. de Meth. pag. II. Edic. de Amsterd. de 1656.
Para suplir la muchedumbre de preceptos, de que suponía llena la Lógica, determinó establecer cuatro reglas como suficientes para gobernar su entendimiento con el firme propósito de no desampararlas en toda la vida. La primera regla es: No tener jamás por verdadero sino lo que llegase a conocer que lo era con toda certeza y evidencia. La segunda: Que las dudas que se ofreciese, examinar había de dividirlas en tantas partes cuantas juzgase convenientes para resolverlas con más comodidad. La tercera: Colocar los pensamientos con orden para la averiguación de la verdad, empezando por las cosas más simples y más fáciles de entender, para caminar como por grados al conocimiento de las más difíciles y más compuestas. La última: En el examen de los medios para alcanzar la verdad, y en la averiguación de las partes de las dificultades señalar perfectamente cada una de las cosas, poner la mira en todas, de manera que pudiera estar cierto de no haber omitido nada (a). A estas reglas se reduce toda la Lógica de Cartesio, las cuales sin duda ninguna fueron propuestas por Aristóteles, no todas en la Lógica, porque no todas pertenecen a ella, sino parte en los Analíticos postreros, cuando trata de la demostración, parte en la Metafísica y alguna vez en la Física. Añadió Cartesio a estas reglas de su Lógica otras máximas notables, como que antes de filosofar de una cosa, aunque sea la más cierta y evidente, debe el entendimiento empezar dudando de ella, de modo que pide se dude por un poco de tiempo de la existencia de Dios, y de uno mismo, para buscar con estas dudas un principio fixo, que es este: Yo pienso: luego existo (b). Dejo las innumerables impugnaciones que esto ha tenido, y solo advierto, que esta máxima ha renovado en nuestros días un scepticismo peligrosísimo. Era otra máxima Cartesiana la ninguna fé que se ha de dar a los sentidos con el título de que estos pueden engañarnos (c). De esta han nacido tantos sistemas de Física tan extravagantes y ridículos, de que estamos hoy oprimidos, porque abandonada la observación y entregados los hombres a lo que se les presenta en su entendimiento, han tomado por obras de la naturaleza los desórdenes de su fantasía. Fue Cartesio el que introdujo las Ideas para significar las nociones mentales, con tal variedad en la significación de la voz Idea, que unas veces la toma por solo las representaciones de la imaginativa, otras veces por toda especie de conocimiento (d). De este estilo Cartesiano ha nacido la ruidosa e impertinente cuestión de las ideas innatas; y como Cartesio escribió en Francés y sus Obras al principio fueron generalmente recibidas, la universal introducción de la lengua Francesa ha hecho que con suma confusión de los actos mentales se expliquen todas las operaciones del entendimiento por la voz Ideas. Se ha seguido también el inconveniente de trastornar la comunicación filosófica de los modernos con los antiguos, porque estos para explicar las cosas intelectuales no se valieron de la voz Ideas.

(a) Cartes. loc. cit. pag. 12,
(b) Princip. Philos, p. I. pag. 2.
(c) Princip. Philos. p. 2. pag. 25.
(d) Princip. Philos. p. I. página 5. & respons. ad object. secundam pagin. 85.

Las ideas de Platón sobre ser confusísimas no tienen conexión ninguna con las Cartesianas. Feyjoó lo ha dicho muy bien en estas palabras: "Otros muchos robos literarios (dice) imputaron a Descartes algunos enemigos suyos, entre los cuales se cuenta, que todo lo que dijo de las ideas lo tomó de Platón. Pero valga la verdad: no hay ni aun rastro de semejanza entre lo que el antiguo Griego y el moderno Francés escribieron sobre esta materia (a)." También fue máxima Cartesiana el que los brutos son puras máquinas, lo que dijo también del hombre, aunque admitía alma racional puro espíritu. El daño que esta máxima ha traído a la Religión, renovando el Materialismo y a la Física, pretendiendo que las operaciones del cuerpo humano todas se pueden hacer por las afecciones mecánicas (b), es increíble, como lo he mostrado en el Discurso del Mecanismo. El exceso (el buen uso le alabaré siempre) con que se aplican hoy las Matemáticas a las Ciencias, también ha venido de Cartesio. Tuvo este mucha inclinación a la Geometría, embebecido de sus demostraciones: colocó la esencia de la materia en la extensión; y siendo la cantidad (quantidad) el objeto de las Matemáticas, le fue fácil trasladarlas a toda la Física, pues en toda la naturaleza no admitía más que materia y afecciones mecánicas. Así que, el aplicar las Matemáticas a las cosas cuando se tiene por objeto la cantidad de ellas, es del caso: el usar de estas Ciencias, queriéndolas trasladar a las innumerables cosas de la naturaleza, que ni dependen, ni están necesariamente conexâs con la cantidad, es desquiciarlas, apartándolas de su instituto: cosa que también he tratado en el citado Discurso del Mecanismo. De lo dicho se deduce, que pocos literatos se cobijan hoy con el nombre de Cartesio, pero que los más no siguen otra Lógica que la suya. !Oxalá, que como se le sujetan en lo que pudieran omitir sin hacerles falta, lo hicieran también en la piedad con que se subordinó a las verdades reveladas! "Hemos de fijar en nuestra memoria (dice) como regla inviolable, que las

(a) Theat. Critic. disc. 12. §.4. numer. II.
(b) Dissert. de Meth. pagin. 35. y siguient.

cosas que Dios nos ha revelado se han de creer como las más ciertas; y aunque la luz de la razón, aun la más clara y evidente, pareciese sugerirnos cosa distinta, debemos sujetar nuestra creencia a sola la autoridad divina más que a nuestro propio juicio (a) ::: y teniendo por cosa averiguada, que las verdades que Dios ha revelado exceden la capacidad del ingenio humano, temiera caer en el crimen de temerario, si intentase llevarlas al exâmen de mi flaca razón (b)

13 Al mismo tiempo que Cartesio, vivía PEDRO GASENDO, que en algunas cosas discordaban, y se escribieron algunas cartas principalmente sobre las meditaciones Cartesianas, que no agradaban en todo a Gasendo. Fue este también Francés, Eclesiástico, y Canónigo de la Iglesia de Diñe en Provenza. Escribió muchas Obras y todas muy eruditas, porque era incomparablemente superior a Verulamio y a Cartesio en el conocimiento de la antigüedad y en la erudición. Hablaremos de dos solamense (solamente) que hacen a nuestro propósito. La una tiene este título: Exercitationes paradoxicae adversus Aristoteleos. El designio de esta Obra es mostrar primero la insuficiencia, liviandad, y poca subsistencia de la Filosofía Aristotélica de las Escuelas, después cargar contra Aristóteles, contra sus Escritos, y contra su doctrina. Escribió estas Exercitaciones hallándose descontento de la Filosofía, y cobrando ánimo con lo que leyó en Luis Vives, en Charron, en Ramo, y Pico Mirandulano, según él mismo lo refiere (c); bien que yo añadiría a Verulamio aunque no le nombra, porque veo que en su Lógica trata de él con extensión, y alaba mucho sus maneras de pensar, las cuales, como hemos visto, tiraban a destruir la Filosofía Aristotélica, y introducir la libertad filosófica. La fuerza del siglo, que estaba en su vigor, arrebató a Gasendo, que era mozo cuando escribió estas Exercitaciones, y le hizo prorrumpir en expresiones, que desaprobaba después cuando era viejo (d). Esta Obra de Gasendo no añade casi nada a lo que habían dicho los que tomó por maestros: solo se distingue en que la escribió en tiempo más libre, y en que ya se había perdido el miedo a los Aristotélicos.

(a) Princ. Philos, p.I. n. 66. pag. 23.
(b) Dissert. de Meth. pag. 5.
(c) Praefat. in Exercit. Paradox. oper. tom. 3. pag. 99.
(d) Véase Morhof. Polybist. Tom. 2, lib. I. cap. 12. pag. 67.

En el Libro primero, Exercitacion tercera, trae a la larga el lugar de Luis Vives sobre la mala traducción que Averroes hizo del texto de Aristóteles, y quien haya leído atentamente lo de corrupta Dialéctica de Luis Vives, poco hallará que aprender en esta Obra de Gasendo, en la cual añadió innumerables cavilaciones, ya reprehendiendo el método Aristotélico, ya buscando con ansia contradicciones: cosa que cualquiera puede hacer con los Escritores más acreditados del mundo. Ha tenido varios impugnadores de este tratado, entre los cuales es digno de verse Facciolato, que con su acostumbrada moderación manifiesta algunas equivocaciones de Gasendo (a). Hizo este profesión de Scéptico y Pyrrhónico, no queriendo que lo tuviesen por Dogmático (b). En aquel tiempo sucedió a muchos hombres de buen ingenio lo mismo que a una tropa de gentes, que en una noche obscura se convienen en dejar un camino, porque todos le tienen por poco a propósito para llevarlos adonde van; pero ignorando por donde han de ir, cada uno toma el suyo, y todos se apartan igualmente de la senda que los conduciría al término deseado. Ya Gasendo en edad más madura resolvió dejar el escepticismo y tomar partido; y no pudiéndolo hacer en Aristóteles, ni en Cartesio, porque al uno le había impugnado fuertemente, y del otro no gustaba, echó por el medio y se acogió a Epicuro, a quien tomó por Xefe de su doctrina, sucediéndole lo que a otros muchos que han hallado gran facilidad en derribar las Artes, y poco acierto en reedificarlas. ¿Quién hay que no sepa los enormísimos errores de Epicuro, así en lo Físico como en lo Moral? Quiso Gasendo enmendarlos, como algunos dicen, christianizándolos, pero es tan imposible componer el epicurismo con la Religión Christiana como juntar la luz con las tinieblas. Lo que ha logrado Gasendo con sus trabajos es abrir el camino a los Deistas y Naturalistas de estos tiempos que sin nombrarle no siguen otras máximas que las impiedades de Epicuro.

(a) Acroas. 1. pag. o. S Acroas, 11. I pag. 138. l
(b) In Praefatione cilata pagina pp.

Gasendo estuvo muy lejos de pensar esto, porque fue piísimo, de gran candor, y defensor acérrimo de la Religión Christiana; pero el deseo de gloria, el amor a la novedad en un tiempo en que no se tenía por hombre de provecho el que no inventase alguna cosa nueva, fue motivo de su extravío y extravagante resolución de promover la Filosofía de Epicuro. Lo menos disonante que trabajó fue la Lógica. Antes de tratar de esta Arte pone reducidas a compendio las Lógicas de Zenon, de Euclides, de Platon, de Aristóteles, de los Estoicos, de Epicuro, de Raymundo Lulio (Ramon Llull de Mallorca), de Pedro Ramo, de Verulamio, y de Cartesio: explica el origen de la Lógica, trata de la verdad de su criterio: esto es, del juicio que se ha de hacer de ella, del modo con que la han impugnado los Scépticos y la han defendido los Dogmáticos, con otras advertencias, propuesto todo con buen estilo y erudición exquisita, de modo que este es el manantial donde han bebido las Lógicas más modernas, copiando la erudición, como que sus Autores se muestran inteligentes en las Lógicas de los antiguos, sin haberse tomado el trabajo de leerlas en sus fuentes. Poco ha de costar a los curiosos hacer el cotejo de lo que traen Corsini, el Genuense, y Vernei acerca de esto en los preliminares de sus Lógicas. Cuando llega el caso de establecer Gasendo sus Instituciones Lógicas, las divide en cuatro partes, es a saber, de la simple imaginación, proposición, sylogismo, y método. Trata de cada una de ellas sentando ciertos cánones como reglas fijas, a los cuales añade explicaciones para su inteligencia. No desamparó del todo aquí el Epicurismo, aunque se extendió mucho más que Epicuro, a quien los mismos antiguos no tuvieron por Lógico. Algunas cosas buenas hay en esta Lógica de Gasendo: pero por la misma novedad que quiso darle, confundió los asuntos de manera, que atribuye a la imaginación algunas operaciones del ingenio, y confunde lo que es de la Metafísica (este es vicio general de los modernos), y otras Ciencias con la Lógica. Es digno de notarse lo que dice de Aristóteles y su Lógica: "No puede negarse que el metódo de bien ordenar los pensamientos se debe a Aristóteles: justicia que se le debe hacer por haber inventado y publicado el Arte de los sylogismos. Ninguno antes había observado ni enseñado, que la necesidad de la conclusión depende de la unión de los extremos de las premisas con el medio, cuando es afirmativa, o en la desunión si es negativa ::: Así que Aristóteles fue el único, que sucediendo a Platón y a otros, tomó a su cargo la diligencia ,digna de su saber, de separar las cosas que propiamente perteneciesen a la Lógica, y con ciertas reglas y Fórmulas reducirlas a Arte (a)."
(a) Gassend. Logic. lib. 2. cap. 6. pag. 88.
14 Nicolás Mallebranche poco después de Gasendo empezó a darse a conocer como uno de los más esclarecidos modernos. Fue Presbítero del Oratorio en Francia: escribió varias Obras, entre las cuales la más notable es la Inquisición de la verdad. Trata, en ella al principio de los sentidos y imaginación: después del entendirniento puro: de allí pasa al método, y concluye con ilustraciones de las materias de estos tratados, y respondiendo a las objeciones que se le habían hecho. Los entretenimientos metafísicos vienen a coincidir con esta Obra. Mallebranche fue Cartesiano puro, y en el entusiasmo filosófico, y la ficción excedió a Cartesio. Con su mucha meditación, propuso algunas máximas que pueden ser útiles a un Filósofo Ecléctico, y por ellas se ve, que si Mallebranche sin atarse a sistema ninguno, leída la antigüedad, quitada la preocupación, que la tuvo muy grande contra Aristóteles, y la que mantuvo a favor de Cartesio, se hubiera dedicado a la Filosofía, acaso habría adelantando en ella con aprovechamiento del público. Mas ahora lo que ha sucedido es, que de la extravagancia de sus sistemas han tomado motivo algunos modernos para errar en la Filosofía y en la Religión; porque si bien se mira; los sectarios del tiempo presente son una casta del Eclécticos de mala condición, pues andan tomando de todos los modernos, y de los antiguos, que coinciden con ellos, cuanto les hace al caso para hacer una junta de errores; al revés de los buenos Eclécticos, que entresacando las doctrinas de todos los Filósofos, procuran hacer una junta de verdades. Mallebranche apocó la verdad, que se puede alcanzar con los sentidos, tanto, que persigue a los que se valen de la experieneia (a), en lo cual hizo mucho perjuicio a la Física, abriendo el camino para que cada uno se formase un sistema intelectual a su gusto para entender la naturaleza; bien que el desprecio que hace de los sistemas y la pintura de los sistemáticos, y sus preocupaciones, son dignas de leerse (b). Estas desigualdades, que se notan en Mallebranche y otros tales, vienen de que son vagos en la Filosofía, y a veces es la razón la que gobierna la pluma, y por lo común es el entusiasmo. Quiso probar que nosotros vemos las cosas externas en Dios (c) porque estamos unidos muy estrechamente con él: pensamiento extravagante, que trajo mucha turbación entre los literatos, y dio motivo a que tomase cuerpo el vanísimo sistema de aquellos que no admiten verdadera existencia de los cuerpos (d), cosa que he propuesto, e impugnado en mi Física (e). Ni en estas, ni en otro ningún entusiasmo de los muchos que trae Mallebranche dijo cosa nueva, porque todo se halla en la antigüedad con más, o menos expresión, como lo ha demostrado poco ha el anónimo Inglés, Autor de las Inquisiciones del origen de los descubrimientos atribuidos a los modernos, Obra muy a propósito para conocer que es muy poco lo que han adelantado los modernos sobre lo que habían establecido los antiguos. También promovió Mallebranche el sistema Cartesiano de las causas ocasionales, en que a todas las criaturas se les quita la virtud de causas eficientes, dejando la eficacia de obrar solo en Dios (f ). En mi Física he impugnado este sistema, porque es asidero a varias suertes de Sectarios para mantener sus errores contra la Religión. Leibnitz confiesa (g), que hay pocos pasos que dar del sistema de las causas ocasionales de Mallebranche a su Harmonía praestabilita, la cual es otra extravagancia, que he impugnado extensamente en mi Filosofía Moral.

(a) Recherc. De la verité, tom. I.lib.2.part.2.chap.8.pag 434.edic. De París de 1735.
(b) Loco citato, cap. 7. pag. 426.
(c) Tom. 2. lib.3. Part.2. cap.6. Pag. 95 y sig.
(d) Tom. 3. lib. 6. p. 2. c. 6. pag. 222.
(e) Trat. 2.cap. 4. num. 51. y sig.
(f) Tom. 3. lib. 6. part. 2. cap.3. pag.III y sig.
(g) Oper. tom. pag, 13. edic. de Ginebra de 1768.

De Lógica no ha escrito nada Mallebranche; y con su suma impropiedad los últimos Escritores de Lógicas trasladan a ellas sus máximas que pertenecen todas a la Metafísica, Animástica, y Teología: vicio que resplandece mucho en el Genuense que tiene por Lógica la Obra de Mallebranche de que aquí tratamos (a).
Entre los mismos modernos ha tenido muchos y fuertes impugnadores, de modo que ya hoy entre los verdaderos Filósofos no hallan apoyo los entusiasmos de Mallebranche.

15 Es preciso aquí dar razón del examen del entendimiento humano de Lock, aunque esta no es obra de Lógica, sino Animástica y Metafísica; y están equivocados los que quieren reducir a Lógica los escritos que tratan de propósito de las operaciones del entendimiento, de las cuales solo el raciocinio es objeto de esta Arte. Los demás actos intelectuales todos pertenecen a la Animástica, haciendo parte de esta Ciencia; bien que por razón de los objetos en que se emplean se trasladan algunos a la Metafísica. El confundir entre sí estas cosas hace al poco adelantamiento que hoy reyna en estas partes tan principales de la Filosofía. Tan lejos está esta Obra de Lock de pertenecer a la Lógica, que parece haberse escrito contra ella; porque no habiendo propuesto más que un capítulo del raciocinio, casi todo él se emplea en hacer desprecio de los sylogismos y de su uso (b). Es reparable en este capítulo lo que trae Lock acerca de Aristóteles, porque después de haberle satirizado habla así "No digo yo esto para disminuir en manera ninguna la autoridad de. Aristóteles, a quien tengo por uno de los hombres más grandes de la antigüedad, y con quien pocos se han igualado en extensión, sutileza, y penetración de entendimiento, y en la solidez de juicio: "asímismo, con haber inventado el pequeño sistema de las formas de argüir, por donde se puede ver que la conclusión de un sylogismo es recta y bien fundada, ha hecho un gran servicio a los sabios contra aquellos que no tenían vergüenza de negarlo todo;

(a) Art. Logic, proleg. §. 41. pag. 17. edic. De 1766.
(b) Lib. 4. cap. 17. pag. 557. edic. de Amsterd. de 1742.

y convengo sin dificultad que todos los buenos razonamientos se pueden reducir a las formas silogísticas (a)." Es cierto que hay en esta Obra de Lock muchas cosas buenas mezcladas con otras que no lo son, de suerte que se puede comparar a una Oficina donde se despachan al igual el veneno y la triaca. Débese alabar la frente que hizo a los Cartesianos, a sus ideas innatas, y a sus cavilaciones mentales, renovando el principio de las Escuelas tomado de Aristóteles: Nihil est in intellectu, quod prius non fuerit in sensu. También debe estimarse el otro ramo de conocimiento fuera del que se toma de los sentidos, el cual consiste en la reflexión; pues estas cosas bien entendidas que son el fundamento de toda la doctrina de Lock, ilustran mucho una materia tan obscura, como es la de las operaciones del entendimiento. En la explicación de estas máximas trae este Autor reflexiones profundas, bellas, y útiles a quien sepa hacer de ellas buen uso; pero mezcla otras, que no pueden adoptarse sin faltar a la Filosofía y a la Religión. De esto ha nacido el que Lock tuviese muchos contradictores, entre los cuales es muy señalado Leibnitz, que gustaba de algunas cosas de esta Obra, y le desagradaban muchas: es verdad que se convenían en algunas opiniones, y se oponían en otras. El Padre Gerdil Barnabita escribió un tomo para probar la inmaterialidad del alma contra Lock; y si no hubiera adoptado para esto el sistema Cartesiano, ni hecho el empeño de defender a Mallebranche, su Obra fuera digna de mayor estimación. Algunos han querido que Lock fuese Autor original, como que lo que hay en su Obra del entendimiento humano no se halla en otra parte (b); pero el Anónimo Inglés que antes hemos citado, demuestra que los fundamentos principales de la doctrina de Lock están en los Filósofos antiguos, especialmente en Aristóteles y en los Estoicos (c). Como quiera que sea, el que esté bien versado en la antigüedad, no hallará novedades en la doctrina de Lock, sí solo mayor ilustración en algunos puntos, y por eso es recomendable su letura, con tal que se procuren evitar los errores que pueden nacer de ella. De la pesadez de estilo, de las molestas repeticiones de una cosa misma, de lo difuso en cosas claras, de la falta de ejemplos en las oscuras, y otros defectos a este modo, que se notan en la Obra de Lock, no hablamos aquí, porque no pertenecen a nuestro asunto: solo advertimos que en materias de Religión, y en lo que se toca de la inmaterialidad del alma ha escrito según su preocupación, no según los principios de una buena Animástica. 

(a) Lock loc. citat. Pag.560.
(b) Bruckero Hist. Philos. Tom.5.pag.609.
(c) Tom. I. cap. I. pag. 18. y sig.

16 Aunque todos estos fundadores de la Filosofía moderna hablaron de la Lógica, convenidos en vituperar la de las Escuelas, con todo ninguno de ellos (salvo lo poco que hay en Gasendo) escribió Lógica de propósito. Mr. Arnaud, ya fuese solo, o ayudado de sus compañeros de Puerto-Real, poco más de la mitad del siglo pasado publicó una Lógica con el título: Arte de pensar, que como halló los ánimos dispuestos a despreciar la antigüedad y a recibir qualesquiera novedades por una parte, y por otra este libro les alhagaba el gusto, fue generalmente recibido con grande aceptación, tanto que en breve se hicieron muchas ediciones, se trasladó a la lengua Latina, y los que escribieron Cursos Filosóficos no pusieron en ellos otra Lógica que esta, con solas algunas mutaciones, que más sirven de adorno que de alterar la sustancia. Como esta Lógica está también traducida en Castellano, y todo el mundo tiene noticia de ella, no hay necesidad que yo explique por menor lo que contiene; solo si juzgo conveniente poner algunas advertencias sobre ella, para que nadie se entregue a su lectura sin el debido discernimiento. El Arte de pensar es una Lógica puramente Cartesiana, más Metafísica que Lógica, llena de ejemplos de Moral, Física, Teología y otras Ciencias; de manera que es menester primero entender a estas que leer este libro, porque si no es de este modo, los ejemplos que se toman de estas Artes se tuercen al Cartesianismo con perjuicio de la verdad. Síguese de esto otro inconveniente, que aquí se hacen las demás Ciencias servir a la Lógica, cuando esta Arte se ha establecido para servir a las otras, y por eso es transcendental a todas las Artes y Ciencias. Los continuos defectos que con estudio procura descubrir en (Asistóteles) Aristóteles, aunque no siempre lo hace con toda exactitud, producen dos malos efectos: el uno retraer a los Lectores de la lectura de este Filósofo, sin la cual no puede haber perfecta Lógica: el otro atraher los ánimos a la Filosofía Cartesiana, que en todas sus partes, así en lo físico, como en lo intelectual, es sistemática y poco apreciable. El desprecio que hace de las categorías Aristotélicas (a): el poner la esencia del cuerpo en la extensión (b): el tener por obscuras las nociones de las cualidades sensibles, como calor, frío, &c. (c): el ponerse como inventor del modo de conocer la bondad de todos los sylogismos (d) y otras muchas cosas a este modo, no solo son agenas de la verdad, sino perjudiciales a las ciencias respectivas a que pertenecen, como lo conocerán los que estén debidamente instruídos en estas cosas, y fuera fácil mostrarlo si correspondiese a nuestro asunto. El Autor del Arte de pensar ha puesto al principio de su libro dos Discursos: el uno para manifestar que la extensión de noticias de su Lógica es necesaria para que esta Arte no sea estéril, como era hasta aquí, y dejar el entendimiento ilustrado con ellas. Pero estos fines generales no se han de lograr con la Lógica, cuyo destino no es ese, sino con el estudio bien fundado de las Ciencias. El otro Discurso es para responder a las objeciones, y en especial a la que se le hizo del mal uso de los ejemplos. En la realidad no satisface a este reparo el Autor de esta Lógica, ni ha podido estorbar que después de sus respuestas continuasen en impugnarla algunos Escritores inteligentes (e). Solo resta poner lo que dice en favor de Aristóteles en este Discurso (f) después de haberle hollado extremadamente en su Lógica "Es cierto (dice) que Aristóteles en la realidad es de un entendimiento muy vasto y muy extendido, que descubre en los asuntos que trata un gran número de conexiones y conseqüencias …. y sin embargo de la confusión que se halla en sus Analíticos, debemos confesar que casi todo cuanto sabemos de reglas de Lógica es tomado de allí." Esta confesión es legítima, porque que lo que hay en el Arte de pensar, que pertenezca verdaderamente a la Lógica, todo está en Aristóteles: lo demás que se lleva la mayor parte, y pudiera haberse excusado, es de Cartesio, y de algunos sectarios suyos.

(a) Part. I. cap. 3. pag. 59. edic. de la Haya de 1700.
(b) Cap. 7. pág. 76.
(c) Cap. 9. pág. 93.
(d) Part. 3. cap. 10. pág. 308.
(e) Véase Amort Philos. Polling. pág. 546. y siguient. edic. de Augus. de 1730. Bruckero tom. 5. pág. 588.
(f) Pág. 31. y 32.

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viernes, 14 de febrero de 2020

Lógica, Andrés Piquer, médico de su magestad

Lógica de D. Andrés Piquer, médico de su magestad, tercera edición.

Lógica de D. ANDRÉS PIQUER, Médico de su majestad.: TERCERA EDICIÓN. MADRID. MDCCLXXXI. (1781)

Lógica de D. Andrés Piquer, médico de su magestad, tercera edición. Amazon, tapa blanda





Lógica de D. Andrés Piquer, médico de su magestad, tercera edición

Por D. Joachin Ibarra, impresor de Cámara de S. M.

Lógica de D. Andrés Piquer, médico de su magestad, tercera edición. Introducción



/ Ortografía actualizada en parte por Ramón Guimerá Lorente.
Quitaría muchas comas, y algunas seguro que me las dejaré porque el OCR no las ha escrito. /

Lógica de D. ANDRÉS PIQUER, Médico de su Magestad. (Algunas palabras en cursiva en las primeras hojas indican cómo escribía Andrés Piquer, como por ejemplo: Magestad, con g).

TERCERA EDICIÓN.

MADRID. MDCCLXXXI. (1781)

Por D. Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.

CON PRIVILEGIO.

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INTRODUCCIÓN.

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La Lógica artificial, al modo de las demás Artes tomó su origen de la naturaleza. El entendimiento humano por su fuerza natural alcanza las primeras verdades y para asegurarse de las demás que dependen de ellas hace combinaciones; con las quales quanto mas se arrima á las verdades primitivas tanto más se asegura de la certidumbre en lo que piensa. La combinación más universal de pensamientos es la que hace enlazando unos con otros por la necesaria conexión que entre sí tienen todas las verdades. Entre los enlaces y conexiones de pensamientos el más familiar y más seguro es el que se executa por el raciocinio, que los Griegos llamaron Sylogismo; pues de la junta de dos pensamientos en cierta manera dispuestos resulta un tercero distinto de ellos con el qual el entendimiento se asegura, y se confirma en lo que quiere saber. Esto con un poco de meditación conocerá qualquiera que su propio entendimiento lo hace naturalmente, aun en las cosas que son del trato civil y por eso a esta fuerza de la mente humana la llaman conatural. Para manifestar algunos antiguos esta fuerza natural de discurrir la extendieron a los brutos; porque si un perro que va en seguimiento de otro animal llega a tres caminos, se pára un poco, y para tomar el uno, dexando los otros dos, decían que forma este raciocinio: el animal ha ido por uno de estos tres caminos: no ha ido por este, ni por este, luego por este otro (Sexto Empírico trae esto con cap. 14. pag. 19. edic. de Lipsia extension. Pyrrhon. hypot. lib. I. de 1718.).
La verdad es, que son los hombres los que hacen este argumento: los perros, llevados del olfato, y de la pura impresión, que los objetos cercanos hacen en sus sentidos, son llevados sin discernimiento a preferir una cosa más que otra como lo hemos mostrado en nuestro Discurso del Mecanismo. Este argumento del perro se halla con mucha freqüencia en los libros modernos; pero su origen, como sucede en otras muchas cosas, es antiguo.
Algunos hombres de buen ingenio, reflexionando sobre la fuerza natural de raciocinar, observaron, meditando mucho en ello, el modo como el entendimiento procede con más acierto en la formación de los raciocinios. De esta observación nacieron las reglas; y la junta de estas reglas formó el Arte; porque así como la observación atenta de las obras de la naturaleza ha dado motivo para establecer máximas constantes en la Física del mismo modo la observación atenta de lo que executa el entendimiento raciocinando ha dado fundamento al Arte Lógica. Es, pues, la Lógica artificial Arte de descubrir la verdad por el raciocinio. Como hoy los Filósofos se han extraviado mucho de la verdadera Lógica, es preciso aclarar más este asunto. No es lo mismo la razón que el raciocinio: distínguense entre sí, como que la razón aunque incluye raciocinio, se extiende a otras cosas que no lo son. Las primeras verdades, o primeros principios del entendimiento humano son la razón fundamental de todas las cosas y estos no pueden probarse por sylogismos, porque no hay otras verdades que puedan servir de premisas para formarlos; y si las hubiera (además de que no fueran ellas las primeras), serían menester otras para probar aquellas, y así seguiría hasta el infinito.
Las verdades primitivas de cada ciencia particular pertenecen a la razón, y no al raciocinio. Así que el asegurar que la nieve enfría, que el fuego calienta, y las leyes primitivas, esto es, más simples que guarda la naturaleza, observadas por nuestros sentidos, dan fundamento al juicio para formar las primeras nociones de que se compone la buena experiencia, la cual está fundada en la razón. De principios establecidos con la recta razón se forman los buenos raciocinios: por donde estos, así en la raíz, como en la extensión, se han de considerar como fundados en la razón, aunque en cierto modo diferentes de ella. Conviene también entender, que cada Arte científica tiene sus propios principios, y verdades fundamentales por donde se gobierna; de modo, que el que no esté instruido en ellas, nunca se debe tener por períto en aquel Arte. La Teología natural (nombre que daban los Gentiles a sus discursos sobre la naturaleza de Dios) mira como principios las luces primitivas del entendimiento sobre la Divinidad: la Teología christiana, sin despreciar la Teología natural, añade por principios lo que Dios ha revelado por las Divinas Escrituras, y por la viva voz que conserva la Iglesia en las tradiciones Apostólicas. La Jurisprudencia tiene por verdades fundamentales lo que el entendimiento descubre tocante al Derecho Natural y de Gentes y las Leyes justas que los Príncipes establecen en sus Dominios respectivos. La Física en todos sus ramos tiene por verdades fundamentales lo que llega a saberse de la naturaleza por racional experiencia. La Éthica, o Moral, sienta como principios lo que por observación se descubre en el ánimo de los hombres, y lo que la recta razón prescribe para gobernar sus movimientos. A este modo todas las Artes tienen sus fundamentos, que les son propios y no pertenecen los de una a otra; bien que por la conexión de todas las verdades, se enlazan entre sí maravillosamente, si se llegan a entender. Hay otras Artes, cuyos principios les son particulares; pero el uso de ellas es transcendental a todas las otras, porque todas, sin excepción, pueden útilmente valerse de ellas: así son la Gramática, Retórica, y Lógica. Como los hombres han adoptado el habla como medio más a propósito para comunicarse entre sí los pensamientos, la Gramática, que establece reglas para hablar, es de uso extensible a todas las Ciencias, porque no hay ninguna que pueda comunicarse sin las voces. Pudiendo al hombre ser útil persuadir a los demás lo que él entiende en las cosas, qualesquiera que estas sean, la Retórica, cuyo oficio es persuadir, es acomodable a todas las Ciencias, porque en todas se puede ofrecer la persuasión. No habiendo cosa más fácil que engañarse el entendimiento humano, teniendo por principios los que no lo son, y tomando por verdades las que distan mucho de serlo; la Lógica, cuyo oficio es raciocinar, le da luces para asegurarse de la verdad por medio del raciocinio. Así que la Lógica es instrumento de que se pueden valer las demás Artes para asegurarse de la verdad en los discursos que se hacen en ellas; mas ninguno es científico porque sea Lógico: y yerran los que con el estudio solo de la Lógica se creen aptos para disputar, discernir, y juzgar de las verdades de las demás Ciencias. Ciceron cayó en este defecto, porque hace a la Lógica facultad de discurrir, difinir, dividir, y juzgar (a) lo qual es tan ageno de ella, que en manera ninguna le pertenece. La autoridad de Ciceron para la eloqüencia es muy grande; mas no así para la Filosofía, porque en esta anduvo vago: tuvo más erudición que solidéz y sus noticias son, no para que nadie se haga Filósofo, sino para adornar, cuando le convenga, los discursos de Filosofía (b). En la antigüedad ya hubo algunos que hicieron este juicio, y entre los modernos hay contiendas sobre este mismo asunto (c); y cuando no hubiera otra autoridad para confirmarlo que la de San Agustín, era muy bastante, porque el que lea este Santo Doctor, si no está ciegamente apasionado, ha de confesar que supo más Filosofía que todos los Gentiles (d). Esto se toca aquí porque hoy reyna una general preocupación a favor de los Escritores Griegos, y Romanos; los quales, aunque conocemos, y confesamos que en algunos puntos de literatura fueron aventajados, unos en unas cosas, y otros en otras, con todo no han de tenerse por Maestros inconcusos de las Artes y Ciencias, debiendo nosotros hacer con ellos lo que ellos hicieron con sus mayores, que fue mirarlos con respeto, como primeros Maestros; pero no seguirlos, sino cuando daban pruebas suficientes de la verdad. Los que hacen profesión de las humanidades (llámanse así los estudios de las lenguas y del buen gusto )

(a) Sequitur tertio quae per omnes partes sapientiae manat & funditur, quae rem definit, genera dispartit, sequentia adjungit, perfecta concludit, vera & falsa dijudicat, disserendi ratio & scientia: ex qua cum summa utilitas existit ad res ponderundas, tum maxime ingenua delectatio, & digna sapientia. Cicer. Tuscul. Lib. 5. cap. 25. pag. 477.
(b) Véase Luis Vives de Caus. corrup. art. lib. 4. pag. 394. Edición de Basilea 1550.
(c) Brukero His. Philos. tom. 2. p. 49.
(d) S. August. Confess. lib. 3. cap. 4. p. 90. & lib. I. contra Académicos, cap.2. tom.I. pag.253.& de Civit. Dei, lib.4. cap. 30. tom. 7. pag. 110.

son los que dan más aumento a esta preocupación, porque estos por lo común se internan poco en la Filosofía, y en las Facultades serias, se emboban, y se enagenan con las palabras, frases, y modos de hablar de los Autores Griegos, y Romanos; y como estos mezclaron en sus escritos alguna doctrina Filosófica, y sentencias Morales, Políticas &c. embebecidos con esto, se creen entendedores de todas las Artes; y muchos de ellos llegan al desvarío de pensar, que en la inteligencia de esas cosas consiste toda la ciencia; y con una cita de Ciceron, de Lucrecio, de Juvenal, ú otro Escritor semejante, quieren decidir la qüestion más ardua de la Filosofía. Pero las lenguas no son las ciencias, sino los conductos por donde se camina a ellas: y las demás cosas de humanidad son adornos que dan pulidez a las Artes; mas no son, ni consiste en ellos la sabiduría. Si uno ha de juzgar de una obra de Física, no le sirven las lenguas, ni las humanidades, sino el estar bien instruido en las obras y leyes de la naturaleza, averiguadas por la observación, y sabidas por la experiencia. Lo mismo sucede en el Jurisconsulto, Teólogo, &c. Por lo que toca a la Lógica, haciendo de ella buen uso, sirve para todas las Ciencias, porque en todas puede reducir a raciocinio los argumentos con que se intentan probar las cosas, ver lo que se puede demonstrar, y lo que queda en términos de opinable, y conocer los sofismas para desenredarlos.

3 De lo dicho se deducen el objeto, y fin de la Lógica. El sujeto o materia en que se emplea esta Arte (que es lo que comúnmente llaman objeto) es el silogismo o raciocinio, y qualquiera otra especie de argumento que se puede reducir a él. El fin de la Lógica es asegurarse de la verdad, y descubrirla por medio de los silogismos, enlazados unos con otros, hasta llegar a las verdades fundamentales y primitivas; en cuyo término, quedando convencido el entendimiento, sosiega y queda satisfecho. Así que el conocer la verdad de las premisas de los silogismos no es de la Lógica, sino de las Ciencias a quienes ellas pertenecen: y cuando se niega una premisa, de qualquiera facultad que sea, lo que hace el Lógico es probarla por otras verdades, con las quales se vea el enlace de la que se niega, hasta llegar a los primeros principios. Lo mismo que se hace cuando se niega, se debe practicar cuando se afirma, si se quiere impugnar la afirmación. De aquí se deduce, que el examen de las verdades científicas pertenece a las Ciencias: y a la Lógica solo le toca ordenarlas en silogismos, para descubrir la conexión, o inconexión que tienen entre sí, y con los principios fundamentales de cada Facultad. Entendido esto, se echa de ver quanto distan de la verdadera sabiduría los que no han estudiado otra cosa que la Lógica. En el tiempo presente se componen unas Lógicas que hablan de todo, en todo se meten, no hay cosa que no censuren, ni Ciencia de que no hagan crítica, porque el gusto dominante es hablar en todas las Ciencias sin entenderlas; pero el que quiere verdaderamente saber, ha de estudiar, y profesar las Artes, mirándolas en sí mismas, y con atención a los principios fundamentales de cada una de ellas, valiéndose de la Lógica para asegurarse de la verdad, desenredar los sofismas, y distinguir lo opinable de lo demonstrativo. Por haberse abandonado esta manera de estudios, es tan grande el número de los semisabios, que, no teniendo más que noticias superficiales de las Ciencias, creen entenderlas todas.

4 Dirán contra esto, que el señalar este objeto, y fin de la Lógica, es reducirla a términos muy estrechos: que los Estoicos y Peripatéticos le dieron mayor extensión, y esto mismo es lo que hacen los modernos. Es cierto que los Estoicos hicieron a la Lógica Arte de juzgar de las cosas, y mezclaron con ella lo que pertenece a otras Ciencias. No han quedado escritos de Zenon, Príncipe de los Estoicos, ni de Chrysippo su discípulo, los quales se cree haber sido grandes Lógicos; pero por lo que leemos en Laercio, Sexto Empírico, Plutarcho, Ciceron, y otros antiguos, bien que lo que trahen no son más que pequeños fragmentos, venimos a conocer, que los Estoicos confundieron los asuntos de la Metafísica y Animástica (llámase así la parte de la Filosofía que trata de Anima) con la Lógica; y como su principal aplicación la pusieron en la Moral, siendo muy diminutos en lo demás, por eso no se han de tener por norma en los estudios Lógicos. Séneca sin embargo de haber sido Estoico (Véase Séneca epist. 82. pag. 544. y epist. 48. pag. 464. edic. de Justo Lipsio de 1605), reprehende muchas veces la Dialéctica de estos Filósofos. Fuera de esto, los que están versados en los Autores propuestos, fácilmente conocerán, que fue vicio general de los Estoicos amontonar, tomando de los demás Filósofos muchas cosas para formar su especial sistema (b). Aristóteles, Príncipe de los Peripatéticos, tuvo por objeto de la Lógica el modo de saber, que se consigue por el argumento; y como todas las maneras de argüir se refunden en una, que es el sylogismo, por eso la Lógica de Aristóteles mira como sujeto y materia suya al raciocinio. Todo sylogismo, a qualquiera materia que se aplique, o demuestra la cosa, o la hace probable, o la enreda, por donde o es demonstrativo, o opinable, o sofístico. Aristóteles en los libros que se intitulan Analíticos primeros trata del sylogismo en general, explicando quantas propiedades y circunstancias debe tener para estar bien formado. En los Analíticos posteriores trató del Sylogismo demonstrativo con admirable doctrina. En los ocho libros de los Tópicos, que quiere decir de los lugares de donde se toman los argumentos, explicó los sylogismos probables, descubriendo y declarando quantas maneras puede tener el entendimiento humano para discurrir de las cosas con probabilidad. En el libro de los Elenchos trató de los sofismas, poniendo a descubierto todas las maneras artificiosas de engañar con los raciocinios. Mas viendo este grande Filósofo, que para formar esta obra eran precisos algunos materiales, como son las nociones simples, que llama Términos, en los quales se incluye el nombre y verbo, y nociones compuestas que llama proposiciones, en las quales se incluyen las difiniciones y divisiones, para explicar estas cosas puso como introducción el libro de las Cathegorías, y el de Enuntiatione, que otros dicen de Interpretatione, en Griego *g, esto es, de la formación de las proposiciones.

5 El que quiera saber Lógica, lo conseguirá leyendo todos estos libros de Aristóteles en él mismo, y se admirará de ver dos cosas: la una el ingenio, penetración, y solidez de este Filósofo: la otra el que a vista de cosas tan claras, ciertas y fixas, como en estos libros se manifiestan, haya quien se atreva a despreciarlos, o para introducir en su lugar cosas vanas, o para mantener un riguroso scepticismo.

(b) Véase Ciceron Academ. Lib.2.cap.6. pag.13. Bruckero Hist. Philos.tom.I.p. 903. Gassend. Logic. cap.6.tom.I.p.49.

No por eso tenemos a Aristóteles por Escritor indefectible, y de suma autoridad: sabemos muy bien, que como hombre cometió sus defectos, que descubre en bastante número en los libros citados de Aristóteles nuestro Luis Vives (a) bien que en esto mismo se excedió un poco este excelente Crítico, como lo veremos a su tiempo. Lo que hizo Aristóteles hago yo, siguiendo su exemplo, en esta Lógica; porque además de tratar de todas las clases de raciocinios, explico también las nociones simples y compuestas: muestro los errores que se mezclan en ellas, tomando algunas cosas, aunque pocas, de la Metafísica, y algunas más de la Animástica, por la conexión y enlace de todas las Artes, y la necesidad de valernos de las verdades más simples, puesto que unas ilustran a otras, guardando el orden de no tomar de otras Ciencias más que lo preciso para hacer más patente y comprehensible el modo de saber por el raciocinio, como objeto de la Lógica. Si los modernos en sus Lógicas guardasen este estilo, no los culparíamos; pero como tratando muy de paso de lo que propiamente toca a la Lógica, se extravían a la erudición, a la crítica, al modo de escribir los libros, a las reglas del buen gusto, y a otras innumerables cosas que no pertenecen a la Lógica, sino a otras Ciencias, por eso con el estudio moderno de las Lógicas no tanto se forman verdaderos Lógicos, como hombres dispuestos a hablar de todas las Ciencias sin hacer profesión de ellas.