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domingo, 1 de noviembre de 2020

19

19 Es preciso decir alguna cosa de la Lógica de Antonio Genuense por andar hoy en manos de todos. Este Escritor es de varia lección, y en todos las asuntos que trata la introduce, no siempre con la perspicuidad que es necesaria, porque le es común amontonar noticias de Autores antiguos y modernos en cada materia sin el discernimiento, que han de menester los Lectores para tomar partido. Es también sumamente apasionado por los Filósofos modernos, porque continuamente está declamando contra la Filosofía antigua, y celebrando los Autores de la nueva. El método geométrico, que usa en su Metafísica, está sujeto a todas las imperfecciones que hemos notado en el párrafo antecedente, y estamos ciertos que ninguno se instruirá bien en los fundamentos de la Filosofía por la obra del Genuense: a los que ya estén instruidos les servirá de entretenimiento filosófico su letura por la variedad de especies que lograrán con ella. Esto es aquí de paso: en otra obra daremos con más extensión la crítica de los escritos filosóficos del Genuense. En la Lógica le sucede lo mismo que a Wolfio, porque definiéndola Arte que aumenta, forma, y rige la razón y el juicio en el estudio de la sabiduría (b:Ars Logico-Critic. Proleg. §. 9. pág. 3. edic. de 1766.), se ve precisado a meter en la Lógica todas las Ciencias, pues que todas aumentan, forman, y gobiernan el juicio y la razón. Efectivamente en su Lógica trata de todo, especialmente de la crítica, y la mayor parte de los asuntos pertenecen a otras Artes, de suerte que sin el conocimiento de ellas no sirve esta Lógica, y lo que en ella se trae para las Ciencias no son más que piezas sueltas para formar hombres que hablen de todo con poca solidez y profundidad. Lo cierto es, que lo que hay de Lógica en esta obra es muy poco; pero lo que en montón hay de otras Ciencias es muchísimo. Es verdad que ha mostrado no gustar mucho de Wolfio, especialmente por no haber este juntado la Crítica con la Lógica, y por haberse atado demasiadamente a Leibnitz (a); pero el que coteje la Lógica del Genuense y la de Wolfio verá, que en la abundancia de asuntos, materias, y orden de tratados, tienen mucha semejanza y conformidad. Hablando de la Filosofía Ecléctica dice, que es la más principal para los Teólogos (b). Mas conviene advertir que el Eclecticismo es necesario en la Filosofía y demás Ciencias humanas; pero de la Teología debe apartarse siempre, porque los certísimos principios de la escritura y tradición, en que ha de fundarse, no dan lugar al Teólogo, como tal, para hacerse Ecléctico. Hablando de la Teología Gentílica y de las fuentes de donde ha de tomarse (c), cita entre los antiguos Padres a Clemente Alexandrino, Eusebio, Arnobio, Lactancio, y San Agustín, advirtiendo que no siempre hablan como Filósofos, sino alguna vez como Oradores, y que deben leerse con esa advertencia. Al mismo tiempo alaba sumamente para esto a Vosio, Burnet, y otros tales, sin ponerles nota ninguna; y quisiera yo que esto se hubiera hecho al rebes, porque quien haya leído a Clemente Alexandrino, a Lactancio, y a San Agustín sobre la Teología de los Gentiles, conocerá que son originales de estos modernos, y que es muy grande la ventaja que les llevan en estos asuntos. Del mismo modo me disuena la alabanza que hace del Espíritu de las leyes, que dice ser obra que excede con grandes ventajas a todos los sistemas políticos (d), porque demás de ser muy pomposa, debiera ir acompañada de los grandísimos defectos que hay en ella, para que los Lectores se aprovechasen de lo bueno y evitasen lo malo.

(a) Logic. Prolegom. §. 48. Y 49. pág. 20. y lib. 2. cap, 5. §. I. en la nota pág, 92.
(b) Logic. lib. I. c. 5. §. 16. pág. 69.
(c) Logic. lib. 2. c. 5. §. 9. pág. 95.
(d) Logic. lib. 2. c. I. § 4. pág. 104.

De Lactancio dice que hizo burla de los Antípodas, y que por eso ahora los niños se rien de él (a).
A mí me parece, que si los niños se rien de Lactancio, los prudentes le disculpan. Es digno de notarse lo que dice de los Escritores de Metafísica, es a saber, que con trabajo se hallará un Metafísico que haya evitado, o el fanatismo, o el materialismo (b). Esta advertencia por esta mano es muy apreciable por la afición que este Autor tiene a los modernos, cuyos tratados de Metafísica no se pueden leer sin esa cautela. También es digno de notarse lo que trae en estas palabras: "En el presente siglo (dice) basta en una conclusión de Física citar a NEWTON, para que sin otro motivo se tenga por verdadera. Así sucedió en otro tiempo, que las inepcias de algunos sabios, de las cuales Diógenes Laercio ha llenado sus libros, se alabasen. De aquí nace también, que un poco de erudición en los nobles y en las matronas se levanta hasta el Cielo, cuando en otros fuera ignorancia. Los libros de la otra parte de los montes son recibidos de los nuestros a ojos cerrados, como si el entendimiento y la razón se hubiesen ido a estar entre los Franceses y los Ingleses, y nosotros hubiéramos quedado brutos (c)". Muy del caso fuera que los nuestros, como lo hacen en otras cosas, creyeran en esto al Genuense.